Beato Pedro Ruíz de los Paños y el P. Juan

Beato Pedro Ruíz de los Paños y el P. Juan

Hay muchos modos de llegar al conocimiento de una persona y, también, distintos niveles de ese conocimiento: una fotografía, un vídeo, recuerdos que te cuentan de él, su curriculum académico, escritos suyos y un largo etc. También podemos recibir mucha información si nos detenemos a mirar a sus amigos, la gente que le rodea y en quien se ha podido apoyar.

El próximo 23 de julio se conmemora un nuevo aniversario del martirio, en Toledo, del Beato Pedro Ruíz de los Paños, Operario Diocesano que llegó a ser Director General de la Hermandad. Su figura –vida y magisterio- influyó decisivamente en la vida del P. Juan. Las biografías de ambos tienen varios elementos convergentes: la pasión por el sacerdocio, su vinculación a la Hermandad de Operarios, su dedicación a la formación sacerdotal (de hecho, el P. Juan siguió las huellas de D. Pedro en varios destinos), su desvelo por la vida religiosa contemplativa y la fundación de un instituto de alma sacerdotal (el Beato, las religiosas Discípulas de Jesús; el P. Juan, el Instituto secular de las Siervas Seglares de Jesucristo Sacerdote).

El P. Juan nunca dudó en su interior, aunque sin adelantarse al juicio de la Iglesia, de la condición de mártir en D. Pedro; el único motivo de su muerte fue su ser sacerdote. «Fíjate lo que me escribía en una de sus cartas el «santo mártir» Don Pedro Ruiz de los Paños: “El centro de toda la vida y la eternidad es Jesús… Pon la vista en Él. Esta palabra lo es todo para mí. También para ti». Sigue profundizando y poniendo cada día más corazón en esa verdad».

Para el Siervo de Dios, D. Pedro fue un auténtico modelo, conservó con veneración sus escritos y no se desprendía de una reliquia suya, considerándolo un atentico mártir. Colaboró con su Proceso de Beatificación, divulgando su figura a través de estampas y propaganda y sobre todo escribiendo su primera biografía. Dice un testigo en su declaración para el Proceso: «Su espíritu es el que le impulsaba a rendir tanto en su trabajo. Más que las cualidades extraordinarias, fue la constancia, la dedicación voluntariosa, el sacrificio en la labor oculta, paciente, tesonera, que le llevó a desarrollar sus campañas vocacionales, sus hojas de propaganda su vida de D. Pedro Ruiz de los Paños «Apóstol y Mártir», de 400 enamoradas páginas sobre aquel que tanto influyó en su espíritu, y a quien él consideraba como fiel reflejo del espíritu de la Hermandad».

En sus escritos aparecen numerosas referencias a su persona; señalamos entre otras la siguiente: «“Siempre se recoge de lo que se siembra». «Vida de fe, de oración confiada y…. ¡a esperar!”. Don Pedro Ruiz de los Paños me dejó en herencia estos pensamientos: «lo principal de todo es tratar con Jesús; vivir con Él y participar de su vida. Pon la vista en Él”».

Pocos meses después de conocer la muerte de D. Pedro comienza a recoger datos y recuerdos, y aumenta el deseo de divulgar su figura consciente de la influencia que podía tener su persona y escritos; a la vez que invitaba a encomendarse a su intercesión. «Deseo su autorización para obtener un centenar de copias de una hermosa foto de nuestro venerado y amadísimo D. Pedro, para satisfacer los deseos de algunos amigos que nos las piden, entre otros nuestro Rvdmo. prelado, que dice se encomienda a Él. Las Religiosas Carmelitas me han proporcionado un hermoso cliché que representa a D. Pedro de cuerpo entero, en actitud modestísima, a la edad de 46 años. Debajo de la foto pensaba imprimir este texto: “Rvdmo. Sr. D. Pedro Ruiz de los Paños, Director General de la Hermandad de Sacerdotes Operarios, martirizado en Toledo el día 23 de julio de 1936, a los 55 años de edad”».

Mucho gozó el Siervo de Dios con el traslado de los restos de su Superior mártir al Templo de la Reparación de Tortosa y con el inicio de su Causa de Beatificación, junto a un nutrido grupo de Sacerdotes Operarios. Aquellos trabajos iniciales del P. Juan culminaron el 1 de octubre de 1995 con la solemne Beatificación. En su homilía, el Papa San Juan Pablo II reconocía en los nuevos Beatos: «Entregados desde una honda espiritualidad sacerdotal al fomento de las vocaciones, como continuadores del celo apostólico del Beato Manuel Domingo y Sol, su vida, coronada con la palma del martirio, nos recuerda la urgencia de este apostolado».

Ojalá también pronto la Iglesia pueda reconocer la santidad del P. Juan, una estrella más en el firmamento luminoso de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos.

Fernando del Moral Acha
Sacerdote de la diócesis de Madrid

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