Hay personas que transcienden el momento histórico en el que viven; y no me refiero aquí al recuerdo que pervive por generaciones de personajes que pueblan nuestros libros de historia sino a aquellos que siguen influyendo – a través de sus escritos y sus obras- en la vida de hombres y mujeres muchos siglos después. Esto es constatable en la vida de los santos.
Estamos conmemorando este año el 500 aniversario de la conversión de uno de los santos que probablemente mayor influencia ha tenido en la historia de la Iglesia: San Ignacio de Loyola (1491-1556). A través de la Compañía de Jesús por él fundada y, sobre todo, de sus Ejercicios espirituales ha acompañado el devenir de la historia de millones de hombres y mujeres que encontraron en su experiencia espiritual una luz y un motor para su propia vida.